21 febrero 2009

Facturación por horas

El pasado 29 de enero, el NEW YORK TIMES publicó un polémico artículo titulado Billable Hours Giving Ground at Law Firms. En dicho artículo, Evan R. Chesler, socio del prestigioso despacho Cravath, Swaine & Moore de Manhattan, cuestiona —en realidad, critica severamente— el sistema de facturación por horas.

De hecho, éste es un tema recurrente en los foros de Legal OnRamp. Con más de 7.500 usuarios, la mayoría abogados in-house y de los EEUU, Legal OnRamp es una red privilegiada para poder conocer el punto de vista de los clientes.

En nuestra opinión, es un sistema ineficiente y perverso, que no da cumplida respuesta a las expectativas del cliente y comporta graves riesgos en la gestión interna/RRHH de las Firmas.

El ratio €/hora no guarda ninguna relación con la aportación de valor que cada intervención profesional en concreto aporta al Cliente. Se supone que la categoría y experiencia de los profesionales implicados y el ratio €/hora atribuido por la Firma y negociado con el Cliente debería garantizar cierto equilibrio, pero no es necesariamente así.

El sistema presume que la implicación de un abogado "de acreditada experiencia" siempre aporta un mismo valor, lo que no es cierto. Puede depender del tipo de asunto —los habrá que no permiten aportar valor o dan menos margen de actuación— y su capacidad en cada asunto y momento concreto. Tampoco sus aportaciones en un mismo asunto que reducimos a horas son todas homogéneas o constantes.

Desde la perspectiva del cliente, que en definitiva lo que busca con la intervención del profesional es un determinado resultado, el sistema no es eficiente: el cliente está comprando horas, no necesariamente soluciones.

En este punto del análisis, aún conviene reflexionar sobre los riesgos que suponen determinados "efectos colaterales" del sistema. Los estímulos perversos tienden a generar situaciones no deseadas (por ej. la relación de determinados bonus y la crisis actual del sistema financiero). Las más de las veces, el prestigio de la Firma, el compromiso con el cliente, la honorabilidad personal y el sentido común evitan o deberían evitar los desmanes, pero no podemos ignorar que "vender o comprar horas" no es la mejor garantía para estimular una gestión adecuada de los recursos.

Además, el sistema está contaminado por la "información privilegiada" (ver Tim Haford en EL ECONOMISTA CAMUFLADO). A pesar de que es el profesional el que debería conocer o prever el perfil del equipo necesario, la dedicación que exigirá un asunto, sus complicaciones, etc., se traslada todo el riesgo al cliente ,que ha de aceptar una propuesta de honorarios que muchas veces no le cuantifica ningún coste estimado.

El reduccionismo del sistema también perjudica a los profesionales y las Firmas, trasladándoles parte de sus ineficiencias y riesgos. En sus relaciones con el Cliente, frecuentemente comporta desacuerdos, conflictos y tensiones en lo que por definición debería ser una relación de confianza y a largo plazo. En relación al valor, penaliza las aportaciones de valor sin una dedicación intensa de horas.

Pero el más grave de los riesgos del sistema sucede cuando por fin trasladamos el ratio €/hora a la gestión interna de la Firma y la definición de los objetivos anuales de cada profesional. Sin duda, el control de dedicación es una herramienta imprescindible para la gestión y mejora de las Firmas y sus servicios. No obstante, cuando el sistema se convierte en el principal o único criterio de valoración de un profesional, estamos de nuevo planteando un estímulo/incentivo perverso que inevitablemente tiende a generar conductas inapropiadas, tensiones internas, insatisfacciones y conflictos con el Cliente.

El sistema es consecuencia directa del desarrollo de las Firmas y la necesidad de establecer parámetros objetivos de gestión, venta, evaluación de profesionales y resultados. No obstante, comporta también graves riesgos. Nos parece esencial ser conscientes de todo ello y capaces de discutir al respecto.